Has construido una vida exitosa, tienes una carrera, un hogar. Te encargaste de que todo estuviera en orden y tomaste las riendas de cada área de tu vida, porque eres una líder, una mujer que lo logra todo.
Tu pareja, tu familia, tus amigos te ven como el pilar de la fuerza y la estabilidad. Si hay un problema, tú eres la primera en solucionarlo.
Pero cuando se apagan las luces, te sientes sola, vacía y agotada.
Aunque por fuera parezcas tenerlo todo bajo control, por dentro, la falta de deseo se ha convertido en una herida invisible que te duele y que te mantiene pensando en cómo solucionarlo.
Te sientes culpable por no querer compartir el momento erótico con tu pareja y hasta te cuestionas si lo sigues queriendo.
Te sientes ajena a tu cuerpo, totalmente desconectada.
Las excusas se han instalado en tu cama. Evitas las caricias y los besos para no llegar a algo más y eso genera una distancia incómoda que te parte el alma.
Te preguntas por cuánto tiempo él seguirá pacientemente aceptando tus no y vives con el miedo constante de que esta situación se mantenga por siempre y tu relación termine por esta razón.
Te sientes rota, pero no sabes cómo arreglarlo porque crees que eres la única que pasa por esto. Te resistes a aceptarlo, pero por dentro estás cansada de este dolor y lista para un cambio.
Tu pareja, tu familia, tus amigos te ven como el pilar de la fuerza y la estabilidad. Si hay un problema, tú eres la primera en solucionarlo.
Pero cuando se apagan las luces, te sientes sola, vacía y agotada.
Aunque por fuera parezcas tenerlo todo bajo control, por dentro, la falta de deseo se ha convertido en una herida invisible que te duele y que te mantiene pensando en cómo solucionarlo.
Te sientes culpable por no querer compartir el momento erótico con tu pareja y hasta te cuestionas si lo sigues queriendo.
Te sientes ajena a tu cuerpo, totalmente desconectada.
Las excusas se han instalado en tu cama. Evitas las caricias y los besos para no llegar a algo más y eso genera una distancia incómoda que te parte el alma.
Te preguntas por cuánto tiempo él seguirá pacientemente aceptando tus no y vives con el miedo constante de que esta situación se mantenga por siempre y tu relación termine por esta razón.
Te sientes rota, pero no sabes cómo arreglarlo porque crees que eres la única que pasa por esto. Te resistes a aceptarlo, pero por dentro estás cansada de este dolor y lista para un cambio.